La Alquimia del Tarot (Parte 2)

sábado, 25 de octubre de 2014



                                            Alquimia

Tres son los Principios básicos en los que se funda toda la Alquimia. Y es con la interacción y conjugación de estos Principios (que se encuentran en todas las cosas), con los que el aprendiz de alquimista cuenta, a fin de realizar su tarea de transmutación. Estos Principios son: 


El Azufre es activo (+). El Mercurio es pasivo (). Y la Sal, que liga los dos Principios anteriores, tiene una energía que se puede calificar de neutra (N).


Está claro que estos Principios son energías presentes en el plan del mundo y del hombre. Y también que ellos no deben tomarse exclusivamente de forma literal y material, en el sentido de que éstos constituyen elementos físicos del mundo sustancial, sino como las instancias productoras y activas de toda la materia. Sin embargo, ellos se encuentran también explícitos en la naturaleza, y los símbolos con los que se los describe no son en absoluto arbitrarios ni casuales.

Ejemplo: el color plateado del Mercurio, asimilado también a la luna y la receptividad, y su movilidad y ductibilidad, asociada al principio femenino, etc. Para la Alquimia, entonces, todo lo creado, ya sea lo manifestado en forma concreta, o lo inmanifestado a los sentidos ordinarios (no lo Inmanifestado que por definición es no engendrado), está compuesto de estos tres Principios, de cuya interacción y conjugación nacen todas las cosas.

Debemos recordar que el Athanor es el horno, caldero o cocina alquímica, donde se cuecen estos Principios continuamente, y los elementos minerales que de ellos derivan, los cuales llevan dentro de sí esta división tripartita. El mundo entero es un Athanor donde constantemente se separan, se juntan y se resuelven, el Azufre, el Mercurio y la Sal.

Del mismo modo, en el interior de todo ser humano, y especialmente en su psique, ánima o alma, es donde estas
energías se oponen, se contradicen y se unen, provocando una perenne dialéctica de desequilibrios y equilibrios constantes, los que conforman en su última y más alta instancia, la armonía universal. Ya que el perpetuo desequilibrio de las partes, es al mismo tiempo la posibilidad del orden del conjunto. Esta dinámica es una dialéctica en la que los opuestos no se excluyen, sino que tienden a volver a reunirse, por necesidad. El hombre profano no conoce esta armonía, pues ignora esta ley y tiende a separar, dividir y destruir, aun sin advertirlo, motivo por el cual su mundo es ajeno y está invertido con respecto a la sabiduría que brinda de forma permanente el libro abierto de la naturaleza.

Los niveles del horno alquímico o Athanor, equiparados a niveles o estados de conciencia del ser humano se corresponden con los planos del Arbol de la Vida. Atsiluth es equiparado al espíritu o Espíritu Universal; Beriyah y Yetsirah al alma o alma universal subdividida a su vez en psiquismo superior e inferior, mientras que Asiyah se identifica con el cuerpo. Debemos señalar que las operaciones del alquimista están invertidas con respecto a la manifestación universal, ya que ellas van de lo más grosero a lo sutil, mientras que los efluvios divinos recorren el Arbol de lo sutil a lo grosero.

La Tríada
Lo dicho más arriba, referido a la Alquimia, puede representarse, en verdad, por la figura de un triángulo equilátero. Ya sabemos que el símbolo, y la idea que éste refleja, puede ser expresado por una figura geométrica, un número, un ritmo o un gesto. El triángulo equilátero sintetiza esta realidad de los principios universales, y su figura y las especulaciones indefinidas a que da lugar puede mostrar, de una sola vez, las energías y las potencialidades de la Idea, transmitiéndonos así, en forma cabal, su conocimiento y las innumerables sugerencias a que da lugar.

Pueden transponerse ahora a este triángulo, los conceptos de Creación, Conservación y Destrucción (o mejor, Transformación), presentes en toda cosmogonía tradicional, y que constituyen la conocida Trimûrti de la tradición hindú, manifestada por los dioses Brahmâ, Vishnu y Shiva.

Pero no solamente de una única y exclusiva manera se representan los conceptos que los símbolos expresan, sino que pueden figurarse de distinto modo, permaneciendo la Idea invariable, de la cual ellos son un soporte para su meditación. Tomaremos otra tríada que el
símbolo de la rueda expresa: espíritu, alma y cuerpo. En este caso el espíritu corresponde al centro, el alma a la recta que une centro y periferia, y a esta última el cuerpo.

Lo mismo es válido para la tríada de cielo, hombre y tierra, e igualmente es claro que el punto central del círculo corresponde a Kether, la periferia a Malkhuth y dentro de esos dos polos se alinean las demás sefiroth, o sea el resto del Arbol cabalístico.

Cábala
Las primeras tres sefiroth, que forman el Mundo de las Emanaciones (Olam ha Atsiluth) son llamadas Kether, Hokhmah y Binah, que significan "Corona", "Sabiduría" e "Inteligencia", como ya dijimos.

Aunque se manifiestan como tres cifras o numeraciones (expresadas, respectivamente con los números 1, 2 y 3), la Cábala nos advierte desde el inicio que se trata de una sola energía que constituye lo que es llamado la "Triunidad de los Principios", el Rey del que emana toda la Creación, tanto los seres visibles como los invisibles. Hokhmah
es el Padre, Binah la Madre y Kether su Unidad. Expresan un gran misterio, aunque conforman tres en apariencia (desde el punto de vista de los seres manifestados), realmente son uno solo en su esencia, pues se hallan fundidos en la Unidad del Ser, a la que se refieren.

Hokhmah es el sujeto activo (+) del Conocimiento; Binah el objeto pasivo (); y Kether el Conocimiento mismo. Pero en su realidad indivisible, es el mismo Ser el que conoce, el que es conocido y el propio Conocimiento. No debemos pretender comprender este misterio insondable, pero sí podemos, en nuestra meditación, intentar elevar el pensamiento y el alma hacia esas esferas, y comenzar a experimentar en nuestro interior, mágicamente, aunque sea en forma refleja, las energías secretas que percibiremos como una presencia de la realidad metafísica, oculta en nosotros mismos, la cual nos trasciende, pero a su vez nos envuelve.

Por arriba de Kether, aún se halla Ain, cuya traducción es "Nada" en el sentido de No Ser: la verdadera idea de lo supracósmico y lo suprahumano. Kether es nuestro antepasado mítico y podemos visualizarlo como el Anciano de los Días, el Gran Abuelo. Hokhmah, el Padre de Padres o Sol de Soles, es la eterna Sabiduría cuyas chispas fecundan perennemente a Binah, la Madre de Madres o Madre Mayor, la que recibiendo la fuerza de Hokhmah que la penetra, la refleja con su Inteligencia discriminando los seres y dando forma a toda la Creación, aún no manifestada.

Réstanos mencionar que esta Triunidad a la que nos hemos referido, es llamada en términos filosóficos la de los Principios Ontológicos del Ser, y su materia y estudio constituyen la Ontología.

Ya hemos dicho que el segundo plano, en el Arbol de la Vida, es llamado por la Cábala Olam Ha Beriyah, que significa "Mundo de la Creación", y está constituido por tres esferas (números 4, 5 y 6) que forman un triángulo con el vértice hacia abajo, invertido con respecto al primer plano de Atsiluth o "Mundo de las Emanaciones". La N° 4 es llamada Hesed (Gracia, Amor, Misericordia); la N° 5 Gueburah (Rigor) y también Din (Juicio); y la N° 6 Tifereth (Belleza o Esplendor). En este mundo, o plano, constituido por estas tres últimas Sefiroth, residen espíritus sutiles, o Arcángeles, que son los Arquetipos de toda la Creación. Las ideas puras a cuyas leyes obedecen todos los seres manifestados, de las que estos últimos no son sino sus reflejos ilusorios y pasajeros.
Hesed y Gueburah emanan simultáneamente, siendo el primero el Creador y Constructor, y el segundo el Discriminador y Destructor. Hesed es una energía expansiva, de la que brota a borbotones la Gracia ilimitada, produciendo constantemente nuevas criaturas, a las que inunda con su Amor y Misericordia.

Pero para que pueda haber equilibrio en la Creación, precisa la acción también constante de Gueburah, que se encarga de negar todo lo que no es la Unidad, permitiendo por su poder destructivo que todos los seres retornen nuevamente a ella, de la que provienen y a la que habrán de volver indefectiblemente. Hesed es el Demiurgo, que puede ser visualizado como un Rey o Emperador sentado en su trono, en tiempo de paz, ordenando y permitiendo la construcción de su imperio o reinado. Es padre bondadoso y generoso que se encarga de legislar, afirmar y dar, mientras no se manifiesta como un ser terrible.

Gueburah en cambio puede ser observado como un rey montado en su carro de guerra, portando las armas que son sus atributos. Es también un hierofante o iniciador en los misterios, guardián y transmisor de la Tradición y la doctrina, que con el profundo rigor que lo caracteriza destruye la mentira y enseña la verdad.

Sin embargo, dice la Cábala que Hesed y Gueburah son uno solo, y no podrían existir el uno sin el otro, siendo la esfera N° 6, Tifereth, la Belleza Divina, la que se encarga de neutralizarlos y unirlos, constituyendo el Centro de Centros o Corazón del Arbol, que se encarga de ligar tanto lo derecho y lo izquierdo como lo de arriba y abajo.

En Tifereth se entrelazan todos los colores y se interrelacionan todas las sefiroth. Se puede ver a esta esfera como un niño que nace, como un Rey esplendoroso, o como un dios o héroe que se sacrifica; y asimismo como un puente, o como una puerta estrecha que separa el mundo inferior del superior.

La Alquimia del Tarot




Alquimia

Toda la transmutación alquímica, ya sea material o espiritual, es producida por el fuego y se cuece en el Athanor, caldero análogo al alma humana. El aspirante a alquimista ha de tener presente que en todo su trabajo ese fuego interno sea continuo y constante. Que no se encienda tanto, que por su causa arda y se pierda nuestro ánimo, ni que tampoco disminuya al grado de apagarse.

En el mantenimiento de ese fuego y en el control natural de su
potencia, radican los principios básicos de la Alquimia. Sin embargo, para poder equilibrar esas energías, es imprescindible conocerlas, sin negarlas ni darlas por supuestas. Poco sabe el hombre ordinario de lo más elemental del conocimiento de otras realidades y de sí mismo. Toma sus fobias y manías, o sea su personalidad, como su identidad, sin ver que ha extraído estos condicionamientos del medio, de modo imitativo y carente de significado y trascendencia. La doctrina tradicional, constituye una guía y un camino por donde puede encauzarse nuestra pasión por saber y nuestro amor por el Conocimiento.

La mente "personalizada" no puede consigo misma. Por lo que
más nos valdría reconocer nuestra ignorancia, que la mayor parte de las veces no es sino apego a descripciones ajenas de la realidad, por intermedio de las cuales inconscientemente hemos tratado de organizar nuestra existencia. La doctrina tradicional es por eso una garantía, en el sentido de que facilita y concentra el mantenimiento y la graduación de ese fuego interno por medio de la comprensión y el aprendizaje. La Alquimia reconoce cuatro elementos básicos, o principios de la "materia", los que combinados alternativamente entre sí producen la sustancia del universo.


Estos elementos son:




Cábala

Para todas las tradiciones siempre han existido dioses, o energías
intermediarias entre el Ser Supremo y sus expresiones fenoménicas. En las grandes tradiciones monoteístas actualmente vivas (judaísmo, cristianismo, islamismo), esas funciones son cumplidas por nombres divinos, arcángeles y ángeles. 

Ellos designan atributos o estados del Ser Universal, y son las sefiroth propiamente dichas.

El Arbol Sefirotico se halla dividido en cuatro planos, o mundos, que en la tridimensión son cuatro niveles o jerarquías, en las que se encuentran estructuradas todas las cosas. Estas jerarquías se escalonan de lo más alto a lo más bajo (del 1 al 10) y van de lo más sutil a lo más denso. 

De lo invisible a lo grosero. De las causas más profundas y secretas a los fenómenos perceptibles por los sentidos. Este despliegue de energías (de la inmanifestación a la manifestación) constituye la doctrina de las emanaciones de la Cábala, y describe el proceso cosmológico; conforma un modelo del Universo. 
Y como el macrocosmos (mundo) y el microcosmos (hombre) son análogos, estas sefiroth se corresponden con estados físicos, psíquicos y espirituales del ser humano, que puede conocerlos y vivirlos en su interior.

Nota
Olam Ha Atsiluth, cuya traducción significa Mundo de las Emanaciones, es el plano más alto y está constituido por las sefiroth Kether (1), Hokhmah (2) y Binah (3), que configuran la triunidad de principios ontológicos anteriores a la solidificación de todas las cosas. De esta tríada emanan las energías más sutiles, que en orden sucesivo numeral (1, 2, 3) van a dar a la sefirah número 4, como primera manifestación de esos principios en el plano de los arquetipos. Olam Ha Beriyah constituye el Mundo de la Creación. Está compuesto por las sefiroth Hesed (4), Gueburah (5) y Tifereth (6). Allí se producen las primeras formas, que se manifiestan sutilmente en el nivel posterior. Olam Ha Yetsirah o Mundo de las Formaciones, está constituido por las sefiroth Netsah (7), Hod (8) y Yesod (9). Su irradiación termina en Olam Ha Asiyah o Plano de la Concreción Material, perceptible por los sentidos, que está integrado únicamente por Malkhuth (10). Esta es la esfera de donde debemos partir en nuestros trabajos ascendentes. En realidad constituye la única sefirah visible de todo el Arbol, estando compuestas las demás de energías sutiles, pero verdaderamente existentes.

Lo exotérico y lo esotérico

jueves, 23 de octubre de 2014


Al tratar de comprender los símbolos, se hace indispensable tener una idea clara de dos aspectos opuestos y complementarios que todo símbolo posee: lo exotérico y lo esotérico. 

Lo exotérico es lo externo, la forma visible que una energía determinada toma para manifestarse al mundo de los sentidos, y que varía según el tiempo, el espacio y el nivel de la realidad en que se expresa.

Lo esotérico significa lo interno, lo oculto e inmanifestado, la parte secreta del símbolo que no es otra cosa que una energía, idea o fuerza, que todo signo sagrado contiene, y que en nuestros trabajos es lo que verdaderamente interesa aprehender, conocer y experimentar. 

Las ciencias ordinarias estudian al símbolo únicamente desde el punto de vista exterior, y por lo tanto sólo pueden percibir las diferencias aparentes entre las distintas tradiciones y las
diversas ciencias, no pudiendo establecer verdaderas relaciones entre ellas, como las que nuestra Ciencia Esotérica podrá darnos, pues ella conoce la identidad profunda de las energías a las que se refiere, que trascienden su apariencia formal y nos conectan con esa realidad metafísica que sólo a través de lo esotérico podremos percibir.

Lo esotérico es por lo tanto unificador y esclarecedor y sólo lograremos comprenderlo cuando estemos dispuestos a traspasar y penetrar las simples apariencias de las cosas y los símbolos, permitiendo que éstos nos revelen esas energías ocultas que ellos poseen, y que son capaces de despertar las fuerzas invisibles que todos tenemos en nuestra propia interioridad. De este modo podemos penetrar a otros espacios de nuestro ser; otras aulas y ámbitos unidos extrañamente a la memoria, que serán los pasos previos al ingreso a nuestra Iglesia Secreta, simultánea; y por lo tanto completamente atemporal.

Cábala

Daremos una última correspondencia. La que relaciona a las sefiroth del Arbol con las distintas partes del cuerpo humano. Ya que para la Cábala el cosmos es un hombre gigantesco llamado Adam Kadmon, y el ser humano una miniatura de él:

– Kether, Hokhmah y Binah constituyen su cabeza, estando estas dos últimas sefiroth vinculadas al ojo derecho y al izquierdo, respectivamente, aunque asimismo corresponden a cada uno de los hemisferios cerebrales.

– A Hesed se le asigna el brazo derecho, y el izquierdo a Gueburah, mientras que el corazón, o centro del Arbol, debe atribuirse a Tifereth.

– A Netsah la pierna y la cadera derecha, y a Hod las análogas del lado izquierdo, siendo Yesod la que se asimila a los genitales, quedando finalmente Malkhuth en relación con los pies.
Hemos de recordar sin embargo que de acuerdo a las leyes de la analogía y la naturaleza de los símbolos, lo que es derecho desde un punto de vista puede ser izquierdo desde otro. Por lo tanto, puede también verse al Arbol de manera invertida a como se indicó, correspondiendo en ese caso a la columna del amor lo izquierdo y a la del rigor lo derecho.

La Tradición Hermética




La Tradición Primordial y Unánime, toma en Occidente la forma de la tradición hermético-alquímica, la que se expresa históricamente a través de los mitos y símbolos cosmogónicos egipcios, judíos, griegos, romanos, cristianos y árabes, por medio de la ciencia esotérica que constituye la unidad de todos esos pueblos.

El Hermetismo debe su nombre a Hermes Trismegisto, el Tres Veces Grande, personaje mítico, intermediario y Mensajero de los Dioses, que con distintos nombres ha aparecido en diversos momentos históricos y lugares geográficos, siempre como educador de los hombres y transmisor de la Doctrina y la Enseñanza Tradicional. 

Entre los egipcios se lo llamó Thoth y fueron los griegos los que le dieron el nombre de Hermes. Los romanos lo asimilaron al planeta Mercurio; y las tradiciones judeo-cristiana y árabe lo relacionaron con diversos ángeles y profetas, como Rafael, Enoch, Elías e Idrish, y hasta con el Maestro Jesús, el que jugó también un papel de mensajero y educador. De hecho, en todas las demás tradiciones podemos encontrar mitos similares y personajes con idénticos atributos, que tomando distintos nombres han sido la
manifestación de esa misma energía, espíritu o dios, al que nos estamos refiriendo.

El Hermetismo se ha expresado más como una ciencia que como una religión, y de hecho podríamos decir que se trata de una Ciencia de Ciencias, al ser el origen y el principio de todas las ciencias conocidas. Hay innumerables textos sagrados que se han considerado como integrantes de estas ciencias hermético-alquímicas, comenzando por aquéllos a los que se ha dado el nombre de Corpus Hermeticum. Ya tendremos oportunidad de irnos refiriendo a ellos (ver bibliografía), y sobre todo a sus Ideas, que fundamentalmente a través de la Cábala, la Alquimia, la Numerología y la Geometría, la Astrología-Astronomía y el Tarot (también denominado Libro de Thoth), han llegado hasta hoy con toda la fuerza que tantos sabios, a través de los siglos,
les fueron otorgando.

Significado Cabalístico y los Arcanos, Relación





La Cábala no sólo emplea la Doctrina de las Emanaciones, simbolizada por el Arbol de Vida sefirótico, sino que utiliza el alfabeto hebreo como fundamento de una serie de disciplinas, construidas en base a transposiciones de letras y números en las palabras, o relacionadas con el valor que ellas sustentan (por
ejemplo: dos palabras en que la suma de sus letras corresponda a igual cifra numérica son análogas, y su significación intercambiable, o idéntica). La Tradición confiere un valor particular al nombre de las cosas, lo cual es especialmente cierto en el trabajo cabalístico.
A continuación ofrecemos un cuadro con las veintidós letras del alfabeto hebreo, sus nombres y valores numéricos. Cada letra de este alfabeto sagrado se corresponde con un número, como fue también el caso entre los griegos antes de la anotación arábiga. Los números eran designados en esas épocas con las letras alfabéticas correspondientes.

Algunos tarotistas han identificado las letras del alfabeto hebreo con cada una de las 22 láminas de los arcanos mayores del Tarot, lo que no deja de ser significativo, como lo ejemplifican, entre otras, la letra Mem, correspondiente a la lámina 13, La Muerte, y la Nun, relacionada con la número 14, La Templanza, símbolos de muerte y resurrección, respectivamente. Algunos tarotistas invierten las letras correspondientes a los dos últimos arcanos, El Mundo y El Loco.






Numerologia- Tarot

                                        



                                       Numerología

Como los diez primeros números están relacionados con los diez Arcanos Menores del Tarot y con todas aquellas láminas que los contengan (en los Arcanos Mayores superiores a diez se suman los enteros; ej.: 11 = 1 + 1 = 2)ofrecemos a continuación los conceptos fundamentales de la serie de los números naturales:

El 1 es aparentemente el más pequeño de todos los números, pero sin embargo es el más grande, pues toda la serie numérica está en él contenida de modo potencial. De esta manera, el número 10.000, por ejemplo, pareciendo 10.000 veces mayor que la unidad, es sin embargo la fragmentación de ésta en 10.000 partes. 

El 1 es pues, el mayor de los números y al mismo tiempo el más
pequeño de todos. Es el símbolo de la Unidad metafísica –es decir, de la Deidad– que está en todo, como la unidad aritmética en la totalidad de los números. Relacionado con el punto geométrico, el 1 aritmético es también el origen y el destino de todos, pues de él vienen y a él vuelven, ya que los números indefinidos, a pesar de su ilusoria multiplicación, siempre retornan al 1 al terminar su ciclo (10 = 1 + 0 = 1).

La unidad se ve reflejada a sí misma en el binario; y a partir de esta primera polarización, todo lo que se expresa en el orden sensible es sexuado en sus principios: macho y hembra, vida y muerte, luz y tinieblas, cielo y tierra, espíritu y materia. El punto se polariza, dando lugar a la línea recta. Pero para que dos cosas se opongan, tiene que haber algo de común en ambas, que es aquello que une los contrarios y los complementa. El macho y la hembra se unen en el hijo; el cielo y la tierra en el hombre; el espíritu y la
materia en el alma intermediaria, etc.

Es a partir de un punto de referencia central, que es posible tener idea de lo alto y de lo bajo, de lo derecho y lo izquierdo, de lo de adelante y atrás. En los 3 primeros números se sintetizan todos los demás, y ellos representan los Principios de los que emana toda la existencia.

El número 3 se simboliza geométricamente con el triángulo equilátero, al que se considera la primera forma plana bidimensional, a la vez que la estructura primaria arquetípica.
Y si esos 3 primeros números se consideran inmanifestados, la primera manifestación se halla en el 4, que nace como un punto central en el interior del triángulo, dando lugar a la primera figura tridimensional: el tetraedro regular, formado de 4 caras triangulares, al que se ve como el primer sólido. El 4 es la unidad que se manifiesta en la creación, según la famosa ley de la Tetraktys pitagórica, 4 = 1 + 2 + 3 + 4 = 10 = 1 + 0 = 1. Este número regula
todas las leyes creacionales, signando, como hemos visto, las 4 direcciones del espacio y las 4 estaciones del tiempo, y también los 4 elementos y los 4 mundos, con las innumerables posibilidades de relaciones y desarrollos que esto nos puede permitir. 

En su faz estática, el 4 se simboliza geométricamente con el cuadrado, y en su aspecto dinámico con la cruz.

Sin embargo estas figuras geométricas no podrían existir, si no fuera por su punto central, o quintaesencia, que es lo que las origina y donde todas sus energías se concentran.

El 5 hace que todo retorne nuevamente a su origen, como después de 4 estaciones la quinta vuelve a ser la primera. Si la vida de un hombre tiene cuatro fases (infancia, juventud, madurez y vejez), el quinto punto es donde se unen el nacimiento y la muerte: el Ser de ese hombre. El aquí y el ahora donde tiempo y espacio se funden en la unidad perfecta del eterno presente.

También se dice que el 5 es el número del microcosmos, por sus múltiples relaciones con el ser humano, que percibe la realidad con 5 sentidos, posee 5  dedos en cada una de sus extremidades, y cuya imagen suele inscribirse en una estrella de 5 puntas.

El número 6 repite el proceso de la unidad reflejándose en el binario, pero aquí es el número 3, o triángulo, el que se espeja a sí mismo, creando al senario, lo cual puede representarse geométricamente con la conocida Estrella de David o Sello Salomónico, donde el macrocosmos y el microcosmos, o en otra lectura, el espíritu y la materia, se encuentran inseparablemente unidos, gracias a su origen central que los reúne.

Desde otro punto de vista, el 6 nace del cuadrado, que llevado a la tridimensionalidad se convierte en un cubo, en el que podemos observar tres caras visibles o manifestadas, quedando siempre las otras tres invisibles, representando la inmanifestación. 
Esta oposición 3 a 3, a diferencia de la cruz plana, donde se oponen las energías 2 a 2, es la que produce la cruz tridimensional o volumétrica, donde el zenit y el nadir vienen a agregarse a la
figura.

Pero como ocurre con los números pares vistos anteriormente (el 2 y el 4), también el número 6 cobra todo su sentido cuando le es agregada la unidad. 

El 7 es el punto central de la Estrella, el cubo y la cruz; su origen y su síntesis.
Este número es igualmente la expresión de la unidad en otro plano, pues 7 = 1+ 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 = 28 = 2 + 8 = 10 = 1 + 0 = 1.

Son 7 los días de la Creación y los de la semana, relacionados a su vez con los 7 planetas y metales; 7 los Chakras de la tradición hindú; 7 los ángeles y arcángeles principales y las sefiroth de "construcción cósmica"; también las notas musicales; y en algunas tradiciones son 7 los grados de la Iniciación.

Este número está en íntima relación con el simbolismo de la escala, y también con la idea de jerarquía a la que nos referiremos más en detalle.

Del 8 se dice que es un número de "pasaje", pues simboliza el cambio de estado, y también la muerte iniciática (en Astrología, la casa 8ª es la de la muerte). El octógono, la doble cruz, y el doble cuadrado, son sus figuras geométricas correspondientes, y las encontramos en las pilas bautismales (que separan el mundo profano del sagrado), en las cúpulas (a través de cuyo centro
se "pasa" de lo humano a lo sobrehumano, de lo cósmico a lo supracósmico), en la Rosa de los Vientos (ahora son 8 las direcciones del espacio) y en el timón de los barcos.

El 9 es el número de la circunferencia, la que consta tradicionalmente de 360 grados (3 + 6 + 0 = 9), pudiendo dividírsela en dos semicircunferencias de 180 (1 + 8 + 0 = 9), 4 ángulos rectos de 90 (9 + 0 = 9), 8 semirectos de 45 (4 + 5 =9), etc. 
Como ella, este número tiene la particularidad de retornar siempre a sí mismo, pues todos sus múltiplos son reductibles a 9. (Ejemplo: 4.831 x 9 = 43.479 = 4 + 3 + 4 + 7 + 9 = 27 = 2 + 7 = 9, y así cualquier múltiplo hasta el infinito).

Pero como los indefinidos puntos de la circunferencia, que no pueden existir sino a partir de un punto central, del que son su reflejo aparente, todos los números naturales deben retornar a la unidad al finalizar su ciclo con el 10que es verdaderamente el signo numérico de la rueda, pues al 9 de la circunferencia, le ha sido añadida la unidad central.

Simbologia concepto Astrología/ Tarot



                                          Astrología

Queremos dar a continuación algunas generalidades acerca de los planetas para seguir estableciendo nuestras relaciones sobre el diagrama del Arbol de la Vida.

SATURNO: Este es el planeta que se halla más alto y elevado, y por lo tanto el que está más lejos, y tal vez aquél cuyas energías sutiles sean más difíciles de concientizar. Se lo suele clasificar como un astro cargado de fuerzas pesadas, y la superstición hace de él una estrella luctuosa. 

Todos los planetas tienen un aspecto maléfico y otro benéfico, al igual que cada una de las sefiroth: una mitad luminosa que mira a Kether, y otra oscura que mira a Malkhuth. Si las energías negativas de Saturno son ciertamente pesadas y hasta aniquiladoras, su aspecto benéfico es el más alto, y sus vibraciones son percibidas en la conciencia del hombre como un estado de melancolía y desasosiego espiritual, preámbulo de realizaciones profundas, ligadas a lo que está más allá, a lo más elevado, misterioso y oculto. La experiencia y la inteligencia son algunos de sus atributos, a los que debemos relacionar con la ancianidad, e inclusive con la Antigüedad. Su paso es lento y pausado, madura y estable su energía, para todos aquéllos que pueden aprovechar sin temer susemanaciones.

JUPITER: Es hijo de Saturno y a su vez padre de todos los dioses. Esta precedencia nos está dando no sólo la idea de energías que se establecen jerárquicamente, sino también la de un orden invariable. Si la influenciade Júpiter como progenitor benéfico, entidad generosa, amante de la vida, y gracioso y misericordioso Señor del mundo, puede advertirse en todas las cosas, por detrás de él se halla la energía profunda y concentrada de Saturno, que Júpiter transforma y convierte en actuante. El alimenta constantemente la hoguera de la vida y sus efluvios regeneradores procrean de continuo nuevos seres, ideas y cosas, sin limitación.

MARTE: Y si la energía de Júpiter brota constantemente como una fuente, Marte ha de limitarla para que ésta tome forma, destruyendo todo lo inútil, lo innecesario y superfluo, en el teatro del mundo. Este belicoso destino caracteriza a Marte, dios de la guerra y de la destrucción necesaria para que pueda edificarse incesantemente el Cosmos y el hombre que lo habita.

SOL: Es el generador de todas las cosas y de la vida tal cual ella se expresa, de una manera natural. 
Es además el intermediario directo entre lo inmanifestado y la manifestación. Su energía, que extrae de lo más oculto de las posibilidades del cielo, es proyectada sobre el plano de la creación produciendo todas las cosas manifestadas. Su ubicación central es imprescindible para la vida, a la que sella y conforma con su energía radiante. Es también un módulo cíclico. Todos los planetas confluyen en él, y sus características se expresan asimismo en ellos.

VENUS: Diosa del Amor, se encarga de unir los fragmentos dispersos del ser y el universo. Como todas las estrellas, tiene dos aspectos contradictorios entre sí. En su faz más alta se relaciona con los misterios espirituales y místicos del amor. Su cara más baja se halla en relación con la personalidad y se expresa por la posesión y la energía genital.

MERCURIO: Mensajero de los dioses, él se encarga de distribuir las fuerzas del espacio, volcándolas sobre la tierra. Es él quien nos transmite las buenas y las falsas venturas (es el dios de los comerciantes y también de los ladrones) y su rapidez, entusiasmo y versatilidad a veces nos confunden, pero en todo caso nos movilizan siempre, y bien entendido, es un aliado cuyas revelaciones se hacen imprescindibles a lo largo del camino de la vida y en la Vía Simbólica del Conocimiento.

LUNA: Diosa madre por excelencia, está relacionada por lo tanto con la Tierra –de la que ella es una imagen celeste–, la fecundación y la potencia esencial de la savia y los efluvios vitales. Su relación con las aguas y la oscuridad resultan sencillas de comprender. Preside la noche, y su débil luz y la periodicidad de sus ciclos, nos anuncian la presencia de otras realidades ocultas, más allá de los fenómenos psíquicos que constituyen su reinado.

TIERRA: En ella maduran las energías de los astros que concretan la "materia" del mundo. Es por lo tanto símbolo de la densidad y de la atracción de la gravedad hacia lo bajo. En su seno bullen energías análogas a las de las estrellas y se cocinan los sucesos y las cosas más evidentemente sustanciales.
Sin embargo es con este caldero, y su fuego, con el que se pueden sublimar esas energías.

Los números y las figuras geométricas




                     Los números y las figuras geométricas 

Los números son símbolos universales y sagrados, que nos permiten descubrir el orden en la naturaleza y en nosotros mismos, y establecer múltiples relaciones entre los distintos grados de la existencia, e identidades entre los seres y las cosas, y entre las diversas tradiciones de la Antigüedad, que unánimemente los utilizaron como vehículos para comprender el cosmos.

Si veíamos el doble aspecto exotérico y esotérico en el simbolismo general, éste se expresa, en el caso de los números, como lo cuantitativo y lo cualitativo, pues ellos no sólo se refieren a cantidades, sino también acualidades del Ser Universal, que es armónico y numérico en todos sus niveles, tanto en el macrocosmos, como en la naturaleza y en el hombre, pues, según el Evangelio cristiano, "hasta el último de tus cabellos está contado"
Los números, como medidas o ritmos, no han sido inventados por el hombre, como a veces se cree, sino que ellos se hallan presentes y hasta visibles en toda manifestación, gracias a lo cual son revelados al ser humano. 

Los símbolos numéricos están íntimamente ligados a las estructuras y a las figuras geométricas, tanto planas como tridimensionales, las que los expresan también a su manera, pues hay una identidad entre los símbolos aritméticos y los geométricos. Ellos, como todo símbolo (y como la vida misma), no son sólo lógicos, sino que fundamentalmente son mágicos, y de ese modo actúan, al conectarnos con energías invisibles que en su interior se ocultan, permitiéndonos múltiples lecturas de la realidad, y la comprensión de niveles jerarquizados de la conciencia.

Los números naturales se suceden unos a otros de forma espontánea, y al llegar al denario vuelven a reciclarse en su propio código, capaz de progredir indefinidamente. 

Un número es pasivo con respecto al que le antecede y activo con referencia al que le sigue. Así, el número 2 es pasivo con respecto a la unidad y activo referido al 3. Igualmente, el 3 es pasivo con el 2 y activo con el 4. Al llegar al denario, retornan a la unidad (10=1+0=1).

Diagrama del Arbol





El diagrama del Arbol de la Vida sintetiza y ordena, como modelo arquetípico, las energías que conforman de contínuo al Cosmos. El estudiante puede, entonces, gracias al conocimiento gradual de este modelo, ir efectuando las distintas correspondencias que ligan a las diferentes energías del Universo (considerado como un Todo) entre sí, y relacionar analógicamente los elementos que para ese fin nos han legado las disciplinas tradicionales.

La Cábala enseña, como ya hemos señalado, que las energías recorren el Arbol de la Vida desde la unidad, Kether, signada por el número uno, hasta la manifestación formal y sustancial, el mundo y la materia tal cual los conocemos y los perciben los sentidos. Este flujo de energías, o vibraciones, casi imperceptibles, son llamadas emanaciones, y conforman cualquier manifestación, así fuere éste o aquél el género, el tipo o la dimensión en que ella se exprese. Las energías de las sefiroth –todas ellas invisibles, menos Malkhuth, síntesis y recipiente de todo el árbol– realizan un camino descendente sucesivo desde la unidad (1) Kether, hasta la década, la Tierra, o el Mundo, Malkhuth, que es un reflejo invertido de Kether (10=1+0=1). 
Las demás sefiroth, o numeraciones, son tomadas como intermediarias entre la inmanifestación y la manifestación. Y se las considera como los distintos aspectos, o atributos, de una sola y misma energía. Como las formas que tomara un hilo de agua al bajar de la montaña (manantial, arroyo, remanso, cascada, afluente, río, etc.) hasta llegar al mar.

En Alquimia, las sefiroth número 1, Kether, la Corona, y número dos, Hokhmah, la Sabiduría, no tienen correspondencias metálicas. Binah, la Inteligencia, es asociada al plomo, así como Hesed, la Misericordia, al estaño; la número cinco, Gueburah, Rigor, llamada igualmente Din, Juicio, se vincula al hierro, así como la número seis, Tifereth, Belleza, al oro, y la número siete, Netsah, Victoria, al cobre. Finalmente las números ocho, nueve y diez, Hod, Yesod y Malkhuth, la Gloria, el Fundamento y el Reino, se identifican con el
mercurio, la plata y la materia primera de la Obra.


Respecto a la Base Hermetica- colores- Tarot





El Tarot contesta en profundidad, y su "tiempo" no está sujeto a medidas estrictamente estadísticas. Más bien es el conjunto de las imágenes que nos transmite, y aquéllas que oscuramente se van haciendo en lo más hondo de nosotros, lo que otorga su valor "práctico" a este Libro Sagrado, que a veces actúa de un modo tan paradojal como indirecto. Su "efectividad" no radica tanto en sus manifestaciones vinculadas con nuestros deseos más inmediatos, sino con aquéllos más lejanos, que están latentes en lo ignoto de nuestro ser. 

El Tarot no se equivoca. Somos nosotros los que aún no hemos terminado de comprenderlo, o descifrarlo. Ese acercamiento paulatino a su esencia, configura un viaje apasionado de relacionessimbólicas. Una de las formas de acercarnos a él, es a través de los colores que lo iluminan, que siguen la simbólica del color, válida, en términos generales, para toda la Tradición Hermética. Estos son siete:

Rojo. Color de la sangre, de la pasión, el amor y el corazón, constituye el fluido y fuego vital. Es el color cálido por excelencia.

Azul. El azul es opuesto al rojo, como el agua al fuego. Es color frío. Sevincula asimismo con el psiquismo, el alma y lo nocturno.

Amarillo. Color del oro, y por lo tanto del más perfecto de los "metales" alquímicos. Se le relaciona con lo mental, la inteligencia, y la brillantez radiante.

Verde. El verde es el símbolo de la vegetación, y por lo tanto de la fecundidad y generosidad de la tierra y los frutos de la vida y la naturaleza. Es también tradicionalmente el color de la esperanza y la regeneración.

Carne. El color carne está ligado a la materialización, a la concreción y a la acción que solidifica en obras. Es perfectamente sustancial, como la envoltura que encierra el secreto de las cosas.

Blanco. Es el color de la pureza indeterminada, de la manifestación esencial
expresada por la ausencia. De él proceden los demás colores a través del prisma de la atmósfera, y en él se sintetizan.

Negro. En su sentido inferior el negro es color de luto, muerte, envejecimiento y dolor. En su sentido más alto es el que precede al blanco, y del que éste extrae su razón. Si el blanco manifiesta al Ser, el negro expresa el No-Ser, o la inmanifestación. Es la muerte que antecede al nacimiento

Principios basicos de Reconocimiento- Tarot



Puede ser que usted haya obtenido ya su juego de cartas, su Tarot. Pero puede no haber tenido esa suerte. Trate de vincularse con alguna librería especializada, e insista en procurárselo. Si no tuviese fortuna, le sugerimos calque usted mismo los dibujos de los Arcanos Mayores –que constituyen la mejor introducción al juego completo– que aquí se publican, y los pegue sobre una cartulina. Este rústico Tarot, será sin embargo su primer vehículo en el mundo que él simboliza. Memorice los nombres de las cartas y obsérvelas con suma atención tratando de percibir todos los detalles para establecer unabuena correspondencia con su instrumento mágico de trabajo.

Se ha de señalar que la carta denominada "El Loco" y que es el antecedente directo del "Joker" o comodín de la baraja habitual, no tiene número, asignándosele muchas veces el cero; esta carta puede colocarse antes de la número uno, "El Mago" o después de la XXI, "El Mundo". 

Por otra parte, en los Tarots de Marsella más antiguos, la lámina número trece designada como "La Muerte" no presenta nombre como las otras. Daremos ahora algunas indicaciones generales para el uso del oráculo y su comprensión. 

La primera, como ya se ha dicho, es observar atentamente las
láminas, grabándolas en la mente, y ver así qué van evocando en nosotros esos símbolos, y con qué los podemos relacionar, esforzándonos en vincularlos con hechos y circunstancias importantes o significativos en nuestras vidas, o en las vidas de los que conocemos; o sea, traer estas imágenes a nuestra cotidianidad
y tratar de vivenciarlas en nuestro interior de acuerdo a los elementos y contenidos mentales que poseemos. 
Otra es la de observar el debido respeto.

Tarot y Cosmovisión




El Tarot consta de 78 cartas simbólicas divididas en 3 grandes grupos: el primero es el de los 22 Arcanos Mayores y constituye una introducción a todo el libro. Aprenderemos a jugar con estas cartas, e iremos dando sus significados una a una. Los otros dos grupos son llamados Arcanos Menoresuno compuesto de 40 figuras numeradas de 1 a 10 en 4 colores o palos, y el otro de 16 cartas, llamadas de la Corte, divididas en 4 jerarquías: Rey, Reina,
Caballero y Paje, en cuatro colores.

Si con los 10 primeros números puede numerarse todo lo numerable, por grande o pequeño que esto sea, con las 22 letras del alfabeto hebreo puede nombrarse todo lo nombrable, pues ellas constituyen un código, una clave, presente en todos los nombres, o sea en la totalidad de los seres y las cosas del universo, que, como sabemos, están nombrados y numerados (tal nuestra unidad genético-biológica individualizada). Nosotros por medio de los 22 Arcanos Mayores del Tarot iremos dando una serie de pautas psicológicas y filosóficas que permitan ir desentrañando la maraña de este sistema: un modelo del universo en pequeño, y por lo tanto la entraña y la cosmología de nuestro ser.

Bástenos ahora nombrar simplemente las cartas que corresponden a estos Arcanos Mayores, y dar sus numeraciones, dejando para más adelante las correspondencias y significaciones mágico-teúrgicas con que están vinculadas.

Concepto Primario- Magia

                                        


                                            Magia

No nos referimos aquí a ninguna posibilidad ligada con la superstición, y menos aún a ceremonias de corte dudoso, que aúnan la ignorancia de toda ciencia o arte metafísico con la pobreza de los resultados obtenidos.

Tampoco a aquellos intereses que no son más que los de acrecentar un poder personal, de corto alcance, o el de acumular información y toda suerte de experiencias por el solo hecho de saber de manera literal y cuantitativa, o por simple curiosidad. 

Igualmente no efectuamos, como se suele hacer equivocadamente en la actualidad, confusiones entre la materia y el espíritu, la física y la metafísica, lo que lleva a deleitarse exclusivamente con los fenómenos, aparentes o reales, del mero psiquismo, al que se confunde con la espiritualidad. 

 Magia de un nivel mucho más profundo y superior, la Ciencia Teúrgica de la Antigüedad, las disciplinas transformadoras que el Renacimiento llamó Magia Natural y que se brindan y renuevan constantemente ante nuestros ojos. La vida misma, que incluye al hombre y sus posibilidades regenerativas, es el arquetipo de esta afirmación. De lo visible a lo invisible, por mediación del ritmo de la Belleza (Tifereth).

Rito

                                             


                                            El Rito

La reiteración del rito es fundamental para el proceso de Conocimiento.

Cuando nos referimos a ritos no nos referimos a ceremonias "mágicas", civiles o religiosas. Los ritos iniciáticos de determinadas tradiciones aún están vivos, aunque es difícil el acceso a ellos. Algunas religiones o instituciones tradicionales conservan los símbolos –y aun los ritos–, pero éstos carecen de todo contenido verdadero y están como vacíos, siendo desconocidos su esencia y esoterismo, o sea, su realidad y significación.

Para la Tradición Hermética son ritos los estudios efectuados a partir de modelos herméticos, la concentración que ello implica, la meditación que promueve, las prácticas que efectivizan la visión y lo imaginal, la oración incesante del corazón como invocación permanente, la contemplación que producen la belleza y la armonía de la naturaleza y el cosmos, y los trabajos auxiliares encaminados al logro del Conocimiento. A este particular queremos traer a la memoria que hay una identidad entre el ser y el conocimiento.

 El hombre es lo que conoce. ¿Qué otra cosa podría ser sino la suma de sí mismo? Ser es conocer. A saber: que siendo lo que conocemos, la reiteración constante del rito, que sustenta el conocimiento de otras realidades, mundos o planos del Ser Universal, es una garantía en cuanto a la identificación con ese Ser y su conocimiento, a través de un camino jerarquizado, poblado de espíritus, dioses, colores y energías
mediadoras.