Tarot y Simbolo- Parte 2

jueves, 23 de octubre de 2014

                                             Símbolo

El símbolo es el intermediario entre una cosa conocida y otra desconocida.
Por las imágenes y los símbolos el hombre toma conciencia de su ser en el mundo, es decir, que por ellos esa conciencia se conforma, y entonces se hace posible el Conocimiento. Los símbolos tradicionales de la Ciencia y el Arte Sagrados, han sido específicamente diseñados para promover la comprensión
de otras realidades que esos mismos símbolos atestiguan y revelan. Y es por su intermedio que puede seguirse una vía ordenada y gradual en pos del Conocimiento. 
Este camino, cuajado de imágenes y experiencias, es llamado la Vía Simbólica.

Desde el comienzo debemos distinguir entre símbolo y alegoría. El símbolo representa una energía, una idea–fuerza, que él plasma, formal o sustancialmente. La alegoría no se corresponde con esa energía. El símbolo se refiere siempre a sí mismo, a lo que él es por su propia naturaleza.

 La alegoría, soslayando el tema, y de continuo equívoca, a lo que las cosas pueden, o podrían ser, en un mundo de supuestos. Siempre a algo distinto de lo que en realidad es, cualquier cosa que esto fuere, o de cualquier manera que se manifestare.

Menos aún el símbolo es convención. Los humanos no hemos creado a los símbolos, sino que ellos existen en la propia naturaleza del hombre y del mundo. 

Lo mismo es válido para las imágenes. Y ya hemos visto que
imágenes y símbolos son necesarios, pues son ellos los que promueven la conciencia.

Es muy interesante destacar que los símbolos fundamentales de las distintas tradiciones, civilizaciones y culturas, coinciden de manera asombrosa. 
Al extremo que se pudiera afirmar que son idénticos, o inspirados en un modelo o arquetipo común, aunque difieran secundaria o formalmente, lo que precisamente da carácter e identidad a los pueblos que han conocido su significado.

Los símbolos, por ser intermediarios, revelan y velan la realidad de lo que manifiestan.

Símbolos numéricos

Los números, tal cual los contemporáneos los conocemos y los manejamos, constituyen una serie sucesiva y homogénea, sólo apta para la especulación cuantitativa, y el conteo propio del mercado y la estadística. Siempre han tenido los números otra lectura, cualitativa, relacionada con las "proporciones" y "medidas" de la arquitectura y la armonía del hombre y del cosmos. 

Para la Tradición Unánime los números son sinónimos de Ideas. Y
esas Ideas se refieren por ejemplo a la unidad, al binario, a la tríada, conceptos completamente distintos (heterogéneos) entre sí. Los que al mismo tiempo designan diferentes energías, o igual energía a diversos grados de expresión.
Para la escuela pitagórica, con los números pueden "medirse" todas las cosas, puesto que ellos son la expresión aritmética y armónica del Universo. Y todas las cifras pueden reducirse a los nueve primeros números (con el agregado del cero) de los que no son sino su progresión indefinida. Es pues el código decimal una verdadera síntesis, y una llave simbólica para penetrar en los arcanos de lo desconocido. Por otra parte, el mismo Pitágoras nos dice que
esta sucesión natural de la unidad –y su retorno a la misma– que simboliza el denario, está presente en forma potencial en los tres primeros números. Los símbolos numéricos se identifican exactamente con las figuras geométricas. El número uno corresponde a la unidad aritmética, y al punto en el plano
geométrico. La recta, por sus dos puntos finales, al binario y al número dos.

La unidad (sujeto) se refleja a sí misma, creando el binario (objeto). Y este conocimiento de sí, a través de su reflejo, está signado por el número tres que une a sujeto y objeto en el acto de conocer.

La trinidad es un módulo presente en todas las cosas, un modelo que antecede a cualquier manifestación, aun ideal.

Los números poseen una realidad mágico teúrgica, que los hombres de nuestros días hemos olvidado, y que trataremos de recuperar. Ellos son módulos armónicos y medidas que relacionan al microcosmos (hombre), con el macrocosmos (universo), y responden a vibraciones secretas, que encuentran sus correspondencias en todas las cosas. Desde los acontecimientos mundiales, a los sucesos locales e individuales, los que forman parte de la armonía universal, que se expresa a través de números y medidas, semejando una gran sinfonía. De allí la conexión con la música, y particularmente con los ritmos y los ciclos.

Alquimia

Así se llamaba en la Antigüedad la ciencia de las transmutaciones, minerales, vegetales, o aun animales, de la naturaleza. Estas operaciones tienen una réplica en el hombre, que puede verse en ellas como en un espejo que reflejara su propio proceso de desarrollo, y simbolizan la posibilidad de la regeneración. 
Es decir, la de mudar de condición y de forma, a tal punto que la
sustancia con que se trabaja –en este caso la psiqué humana– pase a ser una cosa distinta de la que conocemos actualmente. Esta búsqueda –y hallazgo– del Ser es, en suma, la auténtica Libertad, no empañada por ningún prejuicio, y puede ser equiparada a un nuevo nacimiento.

Astrología
Los astros dibujan en el cielo diseños misteriosos ligados a la suerte de los hombres y la tierra que éstos habitan. Si el lugar geográfico y el tiempo histórico en que nacemos nos condicionan, lo hace aún en mayor medida la fuerza y la energía sutil y desconocida de las estrellas. 

Investigar sobre ellas y sobre lo que significa el Zodíaco, y su relación con nuestra personalidad, formas y acontecimientos diarios, sin caer en la superstición o la simpleza, es una manera de conocer las fuerzas anímicas que nos rigen, aprovechar su
contenido y librarnos de sus influencias negativas. Pues es sabido que los planetas poseen una parte benéfica (clara) y otra maléfica (oscura). Y en la conciliación de estas energías, en el equilibrio de nuestra vida, se está jugando en este momento la fortuna y la desgracia de nuestra existencia, a la que podremos gobernar, y llevar a buen puerto, si se comprende el significado de las fuerzas que constantemente moldean su sustancia.

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